Era bella la noche, blanca noche
en que por un acaso te encontré,
tus ojos me miraron y un reproche,
en ellos luminosos, contemplé
Yo miraba tu boca, rojo nido
de mis ardientes y callados besos,
la miraba tan fresca que el dormido
querer de otras edades, despertó.
Abismada en no sé qué pensamientos
tu mirada tornóse pensativa
como tórnase el océano turbulento
sereno, inmóvil después de la tormenta
Poco a poco tus ojos soñadores
se inundaron de plácida ternura,
i volviéndolos a mí perdonadores
desgranaste una frase de pasión
¿Recuerdas? Desde entonces nuestras almas
juntas empujan la barca del amor;
la vela henchida sobre el mar en calma
i azul el cielo, callado protector.
Juliaca, 9 de Febrero de 1927
Alejandro De la Torre Bueno Cortes.