Leer

En un amplio sentido la novela es una herramienta moral. Las novelas como las que conocemos, aquellas que tienen personajes que atraviesan el tiempo y situaciones. En otras palabras, no nos dicen directamente cómo se ha de vivir, pero las mejores nos dan una idea clara de lo que significa ser otros que no son nosotros. Imaginarse cómo es ser otro es lo que está en el centro de lo que conocemos como humanidad. Es la esencia de la compasión, el principio de la moralidad.

Este ha sido y es un importante motivo que orienta e incentiva mi experiencia como lector, la curiosidad por enterarme de las motivaciones, el entramado mental, emotivo y psicológico de otros seres humanos, observar el diseño del laberinto por el que transcurre la vida de otros y, por extensión, la mía.

Así, al vivir las experiencias que se relatan en las páginas de un libro, como cuando alguien nos cuenta una historia apasionante de la que queremos saber por qué, cómo, cuándo y a quién o quienes es que acaecieron dichos sucesos, estamos buscando algo que muchas veces ni siquiera nosotros sabemos lo que es, algo que a veces ni el propio escritor sabe que está dentro de lo que escribe, y leer se convierte en una aventura de conocimiento y sorpresa para ambas partes, y el libro es, en estos casos, un mapa que cada uno descifra de un modo distinto, una geografía diferente, la de cada uno.

Los libros, al principio, permitían un acceso que no me daban las conversaciones, los debates ni las clases, incluso las más profundas e interesantes, a las inquietudes y motivaciones de otras personas –o personajes- para ser como son o actuar como actúan.

Leer de este modo da buenos resultados. Hoy tal vez haya cambiado mi opinión sobre el alcance de cuánto se puede llegar a entender a un individuo únicamente leyendo sobre él, tal vez porque las variables sean demasiadas y cada caso único, no extrapolable del todo, pero gracias a la lectura aprendí a suspender el juicio de valor o no apresurarme a exteriorizarlo. Y esto es así porque ahora, luego de haber leído y vivido a través de los personajes e historias relatados en los libros, no solo muchas veces he llegado a comprenderlos, discrepar con ellos o, definitivamente, no aceptarlos, lo más importante es que me di cuenta que podría ser de mí de quién se habla, a mí a quién se juzga, que esas historias, incluso las que suceden en lugares remotos o a personajes con los que, en principio, parece que tuvieran poco que ver conmigo o con la realidad que me rodea, tienen una conexión intrínseca con mi persona dada mi humanidad y, superadas las apariencias, la mayor parte de lo que allí se dice y sucede puede o podría haberme sucedido a mí o a alguien cercano. Lo que le sucede a un hombre le puede suceder a cualquier otro, dadas sus circunstancias, claro. Ahora pienso que juzgar superficialmente, en base a nuestras creencias de cualquier tipo, sin tener en cuenta las circunstancias de quien se ve sometido a nuestro juicio, se trata simplemente un acto de deficiente o total falta de comprensión.

La mayor parte de las veces las acciones o actitudes suelen estar motivadas por causas que, en último término, quedan ocultas a la mayoría de personas, inclusive para las más cercanas, lo que hace que muchos de los juicios que emitimos sobre ellos tengan algo de injusto, sino mucho; los libros que nos describen –y descubren- esas motivaciones, las causas ocultas del hombre, sus intransferibles circunstancias, las inevitables curvas y esquinas de su laberinto, esos buenos libros nos permiten formar parte de aquello que se cuenta, de lo que viven los personajes desde dentro, y nos permiten ampliar nuestro entendimiento del mundo, de hecho, y de nosotros mismos como parte de él.

Leer nos abre puertas a la compresión de lo humano, de la acción humana, y entonces el libro es como la llave para acceder a ese espacio donde el otro también puede ser uno mismo, donde nadie es del todo inocente o culpable, donde el verdugo podrías haber sido tú mismo, dadas algunas –a veces ínfimas- circunstancias distintas.

Ser otro, ponerse en su lugar, entender sus motivos, aunque sea por los momentos que dura la lectura, nos permite levantar un poco la pesada barra del juicio que nos separa de nuestros semejantes y relajar la severa mirada de juez con la que solemos observar a aquellos que, por ejemplo, no comparten nuestras ideas o costumbres, para dar paso a una actitud más tolerante, empatizar, permitir otra oportunidad y, en general, para hacer de este mundo, ya de por sí muy duro para la mayoría, algo mejor de lo que es. Los buenos libros consiguen esto, en alguna medida, y algunos de ellos de un modo tan potente que resisten al tiempo, imponiendo su claro entendimiento de lo humano a través de los siglos.

Leer es, sin lugar a dudas, una excelente forma de entender a otros y, por extensión, a nosotros mismos.

Lector

Acerca de Javier Revolo

Javier Revolo escribe "Relatos Tóxicos" https://javierrevolo.wordpress.com/ y forma parte de la Asociación literaria Trilce que promueve la creación en lengua castellana en Australia. Vive en Sídney, Australia, y es abogado.
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13 respuestas a Leer

  1. Manuel dijo:

    Impecable! Algunas peliculas tambien logran ese nivel de coneccion o empatia con el otro. Un abrazo, querido amigo.

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    • Hola estimado Manuel!
      Como siempre tan amable con lo que escribo.
      Es un gusto saber que de vez en cuando me lees, sabes que preferiria poder sentarme a conversar contigo acompanados de buena musica y una cerveza fria pero, en fin, por lo pronto que sea por este medio al menos es algo.
      Recibe un fuerte abrazo Manueliada, fecundo en ardides!!

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  2. mmerhum12 dijo:

    Hola, Javier. Creo que es muy interesante lo que dices. Se aprende tanto leyendo que a lo largo de la historia siempre hubo listas de libros prohibidos por los que detentaban el poder. Un abrazo. Mercedes.

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    • Hola Mercedes
      Es cierto, aquellas prohibiciones estaban casi siempre motivadas por el miedo a que la gente tuviera opiniones propias y, por lo tanto, se hicieran libres, al menos de pensamiento. Es obvio que nunca lograron su objetivo, acallar la voz de aquellos libros y su mensaje, más bien al contrario, como casi toda prohibición fomentó el apetito o el interés por leerlos.
      Un beso, nos leemos pronto!

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  3. Pensador dijo:

    Buenas noches Javier:

    Escribir una novela es para el autor como vivir varias vidas a la vez, su imaginación y talento le permite mostrarnos cada uno de sus personajes, creíbles, con su propio carácter, criterio, así como sus miserias y virtudes con su sello personal, como marcados por un destino inexorable, tal como sucede o se siente en la vida real.
    Así leer, puede convertirse en una valiosa oportunidad para enriquecer nuestra manera de ser, de pensar y de sentir, ya que cada historia, al margen de lo que quiera transmitir el autor, encierra un mensaje vivo, que cada lector es capaz de entender y rescatar a luz de la reflexión.
    Como bien dices: *Leer es, sin lugar a dudas, una excelente forma de entender a otros y, por extensión, a nosotros mismos*.

    Un cordial saludo.

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    • Buenas noches pensador:
      Vivir varias vidas es enriquecedor y, como dije antes, puede ampliar el espectro moral de la persona en cuanto moralidad sentida como capacidad para entender al otro. Es cierto que el escritor vive esas vidas para construirlas fehacientemente, para hacerlas creíbles, pero también que las vive el lector, si el escritor ha hecho un buen trabajo. Esa es la magia en manos del que cuenta, su talento, hacer que nos creamos sus historias y sus personajes sean «reales» o, como bien dices, «tal como sucede o se siente en la vida real»
      Cada libro -pienso sobretodo en los clásicos- es una nueva oportunidad, siempre allí, dispuestos a darnos todo lo que tienen, sin tiempo, sin premuras. La sabiduría, el amor a la vida en todas sus formas, la inteligencia, en fin, aquello que muchos desean pero que parece no tuvieran tiempo, ocupados en tareas para llenar sus horas pero no sus espíritus que, al final, sentirán la desilusión por el tiempo perdido.
      Un abrazo

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  4. anderone76 dijo:

    Impresionante reflexión sobre el conocimiento de los demás a través de la lectura. Yo también creo que la lectura, es la forma mas completa de poder vivir dentro de otra persona para descubrir lo que siente. Saludos y enhorabuena.

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    • Hola
      Muchos dicen que leer es lo que nos hace escritores, o sea que ser escritor – o lo que ello signifique- seria consecuencia de que el lector se ve tan lleno de las imágenes, los sentimientos y las motivaciones de otros -de todas esas impresiones que las lecturas nos inyectan en la mente-, que ocasiona en algunos un impulso casi incontenible a escribir para así poder dar salida a todo aquello que puebla su imaginación y que ha sido colocado allí por los libros.
      Conozco a un escritor que no lee. No puedo negar que ha escrito algunas cosas interesantes pero, mas allá de las casualidades, me doy cuenta que carece del conocimiento de los instrumentos necesarios para llegar al lector con eficacia y, más allá, para que sus propias ideas se desarrollen en el papel como el mismo quisiera. En ultimo termino, no se trata de complacer al lector tanto como ver reflejado en el texto aquello que uno siente o quiere decir. La lectura nos muestra todos esos mecanismos. . Están ahí para quien los quiera visitar, revisar y, si lo desea, utilizar. La lectura es de todos, podemos acceder a los más grandes escritores, a sus obras, a sus enseñanzas. Todo depende de nosotros, de nuestro interés, práctica y esfuerzo por entregar lo mejor a nuestros lectores y quedar satisfechos con lo que hemos escrito.Un abrazo

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      • anderone76 dijo:

        Hubo un tiempo en el que escribía y no leía. Hoy escribo y leo mas que nunca y aparte de enriquecer el vocabulario y las formas de expresión dentro del texto, noto que algo muy importante va creciendo en la forma de escribir, parámetros que van mas allá del numero de palabras de las que dispongas, un control sobre lo que no se ve, un control sobre el lenguaje cuando no se tiene el balón. desde que leo y comparto noto que al escribir puedo mover hilos en la comunicación que desconocía. Es un placer progresar compartiendo. Un abrazo.

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  5. Pues te leo y te entiendo de maravilla, querido primo. Claro que la mayor parte del mérito está en la claridad con la que expones tus ideas. Por un momento he jugado a ser Javier Revolo, a meterme en tu piel, y sentir y tratar de entender cómo y por qué las palabras iban brotando. Y me ha gustado.

    Un abrazo.

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  6. Gran Miguel!
    Y la lectura nos hizo familia, querido primo, pues además de ser un Bueno, eres un hombre capaz de empatizar, entender y, gracias a eso, vivir a otros a través de tus lecturas en este mundo de pantallas e imágenes veloces que nos roban cada día más una capacidad de concentración que ya no se emplea ni para escuchar a otro cuando lo tienes en frente, mucho menos cuando te sientas a leerlo.
    Por todo eso, sigue contra corriente querido primo, que es un seguro contra la estulticia.
    Un fuerte abrazo

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  7. Humberto dijo:

    Excelente artículo Javier. Me identifico completamente con tus reflexiones sobre la lectura.

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